El pasado marzo comencé a ir como voluntaria de la Cruz Roja a la prisión de mujeres en Granada.. Había presentado un proyecto de "Taller Reiki", fue aprobado, y se publicitó en la cárcel. Se apuntaron 17 mujeres, aún sin saber de qué se trataba.
Al principio estaban muy dispersas, nada atentas, simplemente charlando entre ellas y entrando y saliendo del aula sin ningún tipo de orden y respeto.
Calma y firme, logré se sentasen y me prestasen atención. Se sentaron por etnias: las colombianas las más apartadas, marroquís, una rusa, italiana y las más cercanas, las gitanas. Y hablé.
Al finalizar el Taller una de ellas me dijo: "¿Por qué no has venido antes?"
En la segunda sesión faltaron muchas. Me extrañó no viniesen Esperanza y su amiga. Es de las pocas que me quedó en la memoria su nombre y su mirada profunda. Llamó a la puerta de la clase media hora más tarde, venían a disculparse de que no podían asisitir ese día, asegurándome vendrían la próxima vez. Los ojos de Esperanza tenían una mirada extraña. Pensé que estaría bajo los efectos de la metadona u otras pastillas, no sé, pero su mirada estaba ausente.
En las siguientes clases ya fueron viniendo menos. En el patio siempre mucho y bullicio, y a veces, los cantos con guitarras cuando vienen las evangelistas.
El patio me resulta desagradable; es enteramente un cubículo de cemento que mujeres aburridas y hastiadas, sentadas por aquí y por allá; unas tomando el sol como si el bronceado fuese algo muy importante y otras en el amansamiento estéril que produce el estar encerrada.
En una de las clases las hice acostarse y relajarse.Me atreví a llevarlas en una visualización a una playa solitaria, bañándose en el mar y sintiéndose libres. No sabía si era una imprudencia por mi parte, por no saber cómo reaccionarían. Pero a todas les encantó y pudieron perfectamente visualizar y vivenciar esos momentos. Me pidieron pusiesemos música para la próxima vez.
Hablarles del Reiki; de que somos energía y de que podemos conectar con una energía superior para trascender esta realidad ilusoria... no fue nada fácil. Pero como desde el principio les enseñé el ejercicio de auto-tratamiento, para que lo hiciesen cada noche antes de dormir y cada mañana al levantarse, asegurándoles podrían controlar así su mente y podrían suprimir la angustia y los miedos que allí dentro las envuelve y domina, comenzaron a confiar en mí, porque veían los resultados positivos en ellas mismas.
Finalmente, han sido 3 las mujeres que puntualmente vienen al Taller y con las que decidí trabajar en serio. Una rusa, una colombiana y una italiana. Las tres han hecho unos avances muy importantes y positivos. La semana pasada, las inicié en el Reiki. Ha comenzado en ellas un proceso del despertar de la Conciencia. Una nueva etapa, de las que solo ellas serán las responsables de sus nuevas vidas.
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